lunes, 9 de abril de 2007

IATÃ CANÑABRAVA: LA FELICIDAD EN LAS FAVELAS Y OTRAS CIUDADES


La favela es una solución y no el problema, expresó
IATÃ CANÑABRAVA emulando la frase que en los ochentas dijera el urbanista Jhon Turner.

Los habitantes de
las favelas gozan y disfrutan de la música y el colorido. Los jóvenes varones sueñan o tienen como objetivo convertirse en matones. Matar o morir es parte del código. Las adolescentes muestran alegres sus panzas preñadas.

La sociedad que habita en las ciudades marginales ha encontrado, gracias a la globalización de la creatividad popular, una forma de vida en la que el objetivo es ganarle la batalla al ocio.

Iatá Canñabrava muestra en su ensayo fotográfico esa cierta felicidad de las favelas de Río de Janeiro y las similitudes que estas ciudadades comparten con los llamados arrabales en Puerto Rico, los pueblo jovén en Perú, los cantegril en Uruguay, población callampa en Chile, chacarita en Paraguay, villa mieseria en Argentina, ranchos en Venezuela o ciudades perdidas en México.
El registro del documental fotográfico de Canñabrava es la mirada en aquello que los diarios y medios de comunicación nunca transmiten o casi nunca: la vida común de las favelas.

Los habitantes de las favelas están obligados a combatir el ocio al que la economía los tiene confinados. Salir de una favela para ir a la ciudad a buscar trabajo es imposible debido al precio del transporte –un viaje sencillo en
metro cuesta 2.37 reales, más de 12 pesos mexicanos-.


La infraestuctura gubernamental es limitada. Sin dinero no hay servicios. Sin embargo, los servicios existen, al menos la luz que durante años fue robada por los habitantes de las favelas. Actualmente hay un convenio con la compañía no se les cobra la energía a cambio de que ellos recojan cierto tipo basura y se las entreguen.

A Canñabrava no le basta con mirar dónde nadie lo hace, sino que además en su charla que impartió en febrero en el auditorio Francisco de la Maza del IIE (Instituto de Investigaciones Estéticas) de la UNAM, acusa a la Niké de ser la responsable de la mitad de los crímenes del mundo y a Adidas de la otra mitad: “no es posible que carecer de ciertos artefactos te conviertan en automático en looser” como las publicidad de esas empresas lo dicen.

En los lugares dónde la moral es otra, el código distinto y la infraestructura básica escasa, la publicidad es igual que en las ciudades modernas: abundante. Grandes espectaculares y afiches de escala mediana inundan las calles y decoran los lugares de reunión con modelos exuberantes ajenas al prototipo de la mujer latina. Lo que más se anuncia es cerveza.

Canñabrava al concluir la charla que impartió ante más de veinte personas, el documentalista fotográfico brasileño reprocho a los fotógrafos la falta de oficio para crear imágenes con las características de la población América Latina.

“No existe en Latinoamérica un banco de imágenes al que los publicistas pueden acudir y elegir modelos con características propias, así pues las rubias son la imagen de toda publicidad”.

La mitad de los brasileños es pobre o muy pobre, pero
el país de Lula es el segundo mercado mundial de las
lapiceras Montblanc y el noveno comprador
de autos Ferrari, y las tiendas Armani de Sao Paulo venden
más que las de Nueva York.
E.G